Hay momentos en la vida en los que el alma simplemente se cansa. No es fácil explicarlo con palabras, pero se siente. Es como una niebla interna que nubla el ánimo, como si todo el esfuerzo realizado no estuviera dando frutos, y la motivación empezara a desvanecerse lentamente. Nos levantamos con el cuerpo presente, pero con el espíritu ausente. No es debilidad, es humanidad.
En esos días donde la esperanza parece más frágil, es cuando más necesitamos recordar quiénes somos y por qué empezamos este camino.
“Cuando todo parezca estar en tu contra, recuerda que el avión despega contra el viento, no a favor de él.” — Henry Ford
La vida no siempre será justa. Habrá días en que sentirás que das más de lo que recibes, que el mundo avanza mientras tú te sientes estancado, y que las puertas que tocas parecen no abrirse nunca. Pero incluso en medio de ese silencio, algo se sigue moviendo dentro de ti. Aun cuando todo duele, sigues de pie. Y eso también es valentía.
“La adversidad tiene el don de despertar talentos que en la comodidad hubieran permanecido dormidos.” — Horacio
Descubrí que el alma no se rinde con facilidad. Puede estar herida, puede sentirse agotada, puede incluso llorar en silencio… pero no se rinde. Porque hay una fuerza interna —a veces imperceptible— que nos empuja a seguir, incluso cuando creemos que ya no podemos más. Esa fuerza se llama propósito. Y cuando conectamos con él, incluso el dolor se transforma en impulso.
Descansar no es fallar. Llorar no es rendirse. Detenernos un momento para respirar no significa retroceder. Todos estamos librando batallas internas que el resto no ve, y cada uno está escribiendo su propia historia de resistencia y transformación.
“El bambú japonés tarda siete años en brotar, pero una vez lo hace, puede crecer hasta treinta metros en solo seis semanas.” — Fábula oriental
Eso me enseñó que a veces no vemos resultados no porque estemos fallando, sino porque estamos echando raíces. En silencio. En lo profundo. Preparándonos para crecer de verdad. Y cuando llega el momento, todo lo que parecía estancado comienza a florecer.
Hoy quiero hablarte a ti, que quizás estás pasando por un momento difícil. Que sientes que la vida no te está dando tregua. Que te preguntas si vale la pena tanto esfuerzo. La respuesta es sí. Sí vale. Porque estás creciendo, aunque no lo veas. Porque estás cambiando, aunque aún no lo notes. Porque cada paso que das en medio del dolor te está haciendo más fuerte, más sabio, más auténtico.
“No se mide la grandeza de una persona por cuántas veces cae, sino por cuántas veces es capaz de levantarse.” — Confucio
Sigue escribiendo tu historia, aunque sea con lágrimas. Sigue avanzando, aunque sea lento. Porque incluso los pasos más pequeños te alejan del lugar donde ya no quieres estar. Y eso también es victoria.
Recuerda esto: cuando el alma se cansa, se permite sentir. Pero cuando el alma no se rinde, se permite vivir.
Y tú has venido a vivir, a crecer, a cambiar. Aunque el camino sea duro. Aunque a veces no lo entiendas. Aunque nadie lo vea. Escribe tu cambio con coraje, con verdad, con alma. Porque hay alguien ahí afuera que necesita exactamente lo que tú estás construyendo ahora.
Excelete tu trabajajo 👌🏾
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