Caer duele. No importa cuántas veces te lo digan, ni cuántos libros leas sobre crecimiento personal , ni cuánto te prepares emocionalmente. Cuando te toca, duele. Y no solo el golpe externo, sino el que va directo al orgullo, a la autoestima, al corazón. Caer es perder algo: una oportunidad, una relación, una ilusión. Es enfrentarse cara a cara con el fracaso , con la decepción , con la vulnerabilidad . Pero también es ahí, en ese suelo frío e inesperado, donde comienzan las lecciones más importantes de la vida. Durante mucho tiempo pensé que superarse era una línea recta. Que si hacía las cosas “bien”, todo saldría como lo planeaba. Pero la vida no sigue guiones ni obedece a nuestros deseos. La vida se encarga de moldearnos a golpes suaves o duros, según lo que necesitemos aprender. Aprendí cayendo . Y caí muchas veces. Por confiar demasiado, por esperar algo de alguien que no estaba preparado para darlo, por postergar decisiones, por dudar de mí mismo. Y cada caída fue dist...